lunes, noviembre 27, 2006

Elecciones3D: Recuerdos de un Técnico de Indra (II).

Continúo la entrada anterior.

Ya hablé de la diferencia entre las máquinas anteriores y las actuales, siendo la fundamental la emisión de la papeleta: anteriormente se usaba un tarjetón que era introducido en la máquina a través de una ranura, mientras que ahora la máquina imprime una papeleta en donde aparece por quién se votó. Además, el cargo que yo ostentaba desaparece dado que será el presidente de mesa el encargado de poner en funcionamiento el mecanismo de las máquinas. Ahora me queda hablar un poco sobre los problemas y desventuras que se presentaron durante los diversos procesos electorales.

  1. ¡Dejen la guachafita, qué esto es algo serio!. El primer problema que uno tiene al trabajar en una mesa electoral, sea el cargo que sea, está relacionado con los electores, particularmente aquellos que son amargados. Hay personas que por alguna extraña razón consideran que porque uno está trabajando en una mesa electoral no puede echar chistes, reírse o simplemente estar de buen humor, que te increpan, básicamente, por qué estás de buen humor, que más bien se debería estar con cara de culo. Lo peor es que gente así provoca que uno pierda la amabilidad y la alegría.


  2. ¡Deje de verme el voto!. Esta era una de las quejas principales que recibí mientras fui técnico: como recordarán, el tarjetón era metido en una especie de carpeta, con la cual el votante hacía maromas para introducirlo en la ranura sin que uno lo viera. Lo triste es que muchas veces uno lo veía porque no podían introducirlo, o habían problemas y uno tenía que intervenir en la máquina, lo cual hacía que uno viera el voto. Al menos la gente tenía suficiente confianza en uno como para creerle que uno ni recordaba caras ni votos (lo cual era cierto). El único voto que recuerdo fue él que hizo el finado Aníbal Nazoa el día de las megaelecciones: Chávez, en todas sus opciones.

    El problema estaba en que muchas veces era mejor que uno viera el voto, por la sencilla razón que muchas veces el votante ¡votaba mal!: llenaba más casillas de lo debido, no completaba bien los óvalos y un largo etcétera. Aunque no todo el mundo se quejaba, porque había más de un@ que me pedía que revisara si el voto estaba bien, para confirmar que la máquina lo iba a leer bien.


  3. ¡No entra el voto!. Uno de los problemas más repetidos era éste: se introducía el tarjetón, y la máquina se atascaba. En estos casos uno, como técnico, debía presionar un botón y la máquina devolvía el tarjetón, permitiendo al votante introducirlo nuevamente. Durante los entrenamientos, ésta fue la única solución dada a los problemas que se podían presentar ese día: presione el botón. El detalle estaba en que dicha solución estaba incompleta porque no contemplaba cuando el tarjetón se quedaba totalmente atascado y se debía recurrir a la fuerza bruta para sacarlo, lo que podía romperlo o, lo que es peor, anularlo. Esto implicaba que había que sentar un acta en la que se establecía que había sucedido. Este problema ocurría cuando la urna que contenía los votos se llenaba demasiado, lo cual hacía que uno tuviera que solicitar a los Presidentes de Mesa y miembros, así como a los testigos y al Plan República, que vieran que uno estaba acomodando las papeletas para que cupieran más. De esta forma, uno desmontaba la máquina, se abría la urna y se ordenaban las papeletas, trabajo que siempre era visto con desconfianza por los testigos, independientemente de su filiación política.


  4. ¡Se rompió la máquina!, ¿cómo hacemos?. En casos extremos, la máquina moría y dejaba de funcionar. ¿Razones?, ni idea, sólo que por alguna extraña razón la máquina dejaba de funcionar, a veces a mitad del proceso, a veces apenas cuando éste comenzaba. De todas las cosas, esta era la que más temían los miembros de mesa porque implicaba tener que contar sopotocientos votos manualmente por la cantidad de tarjetones y votos que se hacían con éstos (recordemos que con algunos se podían elegir representantes para varios cargos diversos). Éste problema podía ser resuelto de una forma: cambiando la máquina. El detalle que era que ésto sólo podía ser hecho cuando hubiese alguna otra libre, o sea, al final del proceso y luego de recibir la autorización por parte del Centro Regional del CNE. Una vez obtenida la autorización, se procedía a utilizar otra máquina usando la tarjeta PCMCIA asignada a la que se había dañado, para luego pasar las papeletas. Afortunadamente, eso no me pasó.


  5. ¡Yo también quiero mi acta!. De esto hablé en el post anterior: cada testigo, miembro de mesa y afines deseaba una copia del acta. Afortunadamente INDRA nos proveía suficiente papel de impresora como para hacer todas las necesarias. Ya para la última elección en que trabajé, estaba preparado psicológicamente para esto e imprimía de más. Incluso guardé un par de copias para mí, las cuales creo que boté.


  6. ¡Los números no cuadran!. Entre todos los problemas que podían aparecer, ese era el peor: cuando se usaban dos o más papeletas habían momentos en que los contadores que aparecían en la máquina comenzaban a desparejarse. Las razones eran muchas pero la primera se debía a la presencia de extranjeros, quienes pueden votar para los cargos de elección popular a nivel regional, tales como alcaldes, gobernadores y miembros del parlamento, más no para presidente de la república. El detalle estaba en que a veces la disparidad de contadores no podía ser explicada sólo por ésto, ya que habían veces en los electores votaban dos veces sin quererlo: la máquina les devolvía el voto después de haberlo contado, y volvían a introducirlo; u otros problemas que sinceramente no me explico. Afortunadamente la diferencia, por lo general, no pasaba de diez votos y a la vez quedaba registrada por los miembros de mesa si había alguna inconsistencia con el número de gente que votó.


¿Otros problemas y/o anécdotas?, varias, como los testigos que creían que uno podía hacer trampa (en su mayoría chavistas, por cierto) y que había que explicarles que cualquier trampa la hacían a nivel central; los miembros de mesa que le pedían a uno el teléfono para hacer llamadas personales; la incompetencia de nuestros supervisores; la generosidad de algunas personas que le brindaban comida a uno, y un largo etcétera. A aquellos que van a participar en estas elecciones como miembros de mesa sólo les digo que es una experiencia que da para contar anécdotas por un buen rato, y que al menos produce algunas risas.



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1 comentario:

  1. Ya llegó el día!!! Muy bueno tu post...
    Comenta como van las elecciones en tu centro.
    Yosmary

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