Verdaderamente, la práctica hace al maestro, el otro día mi esposa me decía:
Pues sí, después de haber pasado varios días en los que llegué a la universidad totalmente bañado de sudor, ahora llego ligeramente sudado. Ignoro si eso sea por el paso de verano a otoño, o porque ya verdaderamente le estoy agarrando el golpe a esto. Sea cual sea la razón, ahora no tengo que cambiarme la franela cada vez que llego a la universidad, ni tengo tendencia a oler a macaco chiquito. Lo que no significa que deje de echarme perfume antes de coger la bicicleta.
Otro efecto beneficioso de andar ahora en dos ruedas ha sido que he perdido peso, o más que perder peso, he reconvertido la grasa, lo cual ha hecho que se me desinflara un poco la panza. Aparte de mi satisfacción personal, y de ciertas miradas pícaras de mi esposa, he notado que involuntariamente me he rejuvenecido: dado que he perdido barriga, mis pantalones tienden caerse lo que ha provocado que de un tiempo a esta parte mis interiores se vean por encima de la línea de la cintura de los pantalones. Esto, más que embarazo, me ha producido una notable ladilla, porque debido que yo no sigo dichos gustos modernos, tengo que alzar mis pantalones cada 30 segundos. En fin, estar más saludable tiene su precio.
Aunque no todo es color de rosa, el andar en bicicleta también ha producido una ligera agresión a nuestros bolsillos, no porque las bicicletas fueran particularmente caras, más bien fueron las más baratas del mercado. El problema está en que por ser las más baratas y tipo cross, o "mountain bike", carecen de ciertos elementos necesarios para ser usadas en tierras urbanas, tales como luces, timbre y parrillera o cesto, cosas que hemos tenido que comprar. En primer lugar la luz trasera, para que los choferes nos vean de noche, mientras que el timbre sirve para que nos oigan los peatones. Lo último que les agregamos fue la parrillera, por la sencilla razón que no la creíamos importante. Craso error: el usar la parrillera para colocar los corotos es lo mejor que hay. ¿La razón?, rueden con un morral en la espalda por 5 km y descubrirán que se forma una mancha de sudor entre sus espaldas y el morral. Cosa nada agradable. Lo triste es que de haber comprado una bicicleta de ciudad hubiésemos ahorrado todo lo que hemos gastado en periquitos porque ésas ya vienen con todos los extras que hemos comprado (*suspiro*).
- "Amor, cada vez duras más".
- "Sí" - le respondí - "ahora tengo mayor resistencia que antes, y ya no me duele el cuerpo cuando terminamos". Con un guiño y una sonrisa pícara, me dijo:
- "Sí, ya se nota que tu resistencia es mayor".
- "Hasta unos kilos he perdido" - repliqué - "realmente esto de andar en bicicleta ha sido bastante saludable para ambos".
- "Totalmente de acuerdo" - dijo ella.
Pues sí, después de haber pasado varios días en los que llegué a la universidad totalmente bañado de sudor, ahora llego ligeramente sudado. Ignoro si eso sea por el paso de verano a otoño, o porque ya verdaderamente le estoy agarrando el golpe a esto. Sea cual sea la razón, ahora no tengo que cambiarme la franela cada vez que llego a la universidad, ni tengo tendencia a oler a macaco chiquito. Lo que no significa que deje de echarme perfume antes de coger la bicicleta.
Otro efecto beneficioso de andar ahora en dos ruedas ha sido que he perdido peso, o más que perder peso, he reconvertido la grasa, lo cual ha hecho que se me desinflara un poco la panza. Aparte de mi satisfacción personal, y de ciertas miradas pícaras de mi esposa, he notado que involuntariamente me he rejuvenecido: dado que he perdido barriga, mis pantalones tienden caerse lo que ha provocado que de un tiempo a esta parte mis interiores se vean por encima de la línea de la cintura de los pantalones. Esto, más que embarazo, me ha producido una notable ladilla, porque debido que yo no sigo dichos gustos modernos, tengo que alzar mis pantalones cada 30 segundos. En fin, estar más saludable tiene su precio.
Aunque no todo es color de rosa, el andar en bicicleta también ha producido una ligera agresión a nuestros bolsillos, no porque las bicicletas fueran particularmente caras, más bien fueron las más baratas del mercado. El problema está en que por ser las más baratas y tipo cross, o "mountain bike", carecen de ciertos elementos necesarios para ser usadas en tierras urbanas, tales como luces, timbre y parrillera o cesto, cosas que hemos tenido que comprar. En primer lugar la luz trasera, para que los choferes nos vean de noche, mientras que el timbre sirve para que nos oigan los peatones. Lo último que les agregamos fue la parrillera, por la sencilla razón que no la creíamos importante. Craso error: el usar la parrillera para colocar los corotos es lo mejor que hay. ¿La razón?, rueden con un morral en la espalda por 5 km y descubrirán que se forma una mancha de sudor entre sus espaldas y el morral. Cosa nada agradable. Lo triste es que de haber comprado una bicicleta de ciudad hubiésemos ahorrado todo lo que hemos gastado en periquitos porque ésas ya vienen con todos los extras que hemos comprado (*suspiro*).
ciclismo, resistencia, bicicleta
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