Después de una visita de 3 semanas en el continente europeo, mis padres tomaron hoy el avión de regreso a nuestro país, Venezuela. De estas 3 semanas sólo 5 días no los pasaron conmigo, sino que fueron de viaje a España, específicamente a Barcelona y Madrid. En estos días fuimos a las ciudades que nombré en mi post anterior (Roma, París, Londres, Venecia, Florencia y Milán). Este viaje de mis padres me permitió notar como es difícil adaptarse a situaciones nuevas y como uno no está preparado para ver ciertos cambiamentos. Clarifico: mis padres nunca habían venido al viejo continente y la última vez que salieron fuera de Venezuela fue hace más de 20 años a Curaçao, Puerto Rico y Miami. Desde ese entonces mis padres sólo habían ido una vez a Cúcuta por unos días a comprar cosas de cuero. Es decir, no se habían sumergido en la experiencia que significa estar en una cultura totalmente distinta a la nuestra. Como podrán imaginar, mis padres no son ningunos jovencitos y ya son, aunque no lo quierean, bastante conservadores y con poca capacidad de adaptación.
El primer shock que recibieron fue a nivel del desplazamiento: cambiar el carro propio por el transporte público no fue fácil. En primer lugar porque cada vez que no se cuenta con un carro en la casa, mis padres se mueven en taxi, los cuales son increíblemente más asequibles en Venezuela que en Europa. Dígamos que mi madre aceptó a regañadientes usar trenes y metro sólo cuando le dije que una carrera podía llegar a costar entre €30 y €40.
Otro impacto estuvo en el café: no encontraron ningún sitio donde hicieran el café como les gustaba, salvo algunas excepciones en Italia donde se quejaron de lo fuerte del mismo. Porque la variedad de nuestros cafés (con leche, marrón claro u oscuro, grande o chiquito, etc.) no son del todo compatibles con la variedad italiana (macchiato, capuccino, café, etc.), francesa o inglesa (¡puaj!).
Y ya que hablo de café, fue difícil explcarles que en Italia, como en casi toda Europa (digo casi porque no sé si en otros sitios es así), las panaderías sólo venden pan. Quien haya ido a una panadería venezolana sabrá que estas no están muy lejos de ser minimercados.
Ni hablar de los precios de todo, especialmente en Londres, lo que hizo que mis padres se lamentasen de lo devaluado que está el bolívar y como su papel moneda tenía más valor como papel higiénico. Aunque la sorpresa mayo fue descubrir que los precios de la ropa eran similares o más baratos que en Caracas, lo cual hizo que de sus bocas salieran mentadas de madre al actual gobierno y a los anteriores, así como a los comerciantes venezolanos: los primeros por incompetentes y los segundos por especuladores.
Fue interesante oir sus opiniones, sobretodo lo referente a la política venezolana y su visión del futuro: la salida de Venezuela está en Maiquetía. Mis padres hablaban con temor del gobierno Chávez, de como cada día los impuestos y las leyes ahorcan a la gente y que los únicos que parecen que están mejorando su calidad de vida son los militares y los fanáticos chavistas (en la zona de Alto Prado donde viven, la mayor parte de los nuevos vecinos son militares o gente que trabaja de una forma u otra con el gobierno). Incluso mi madre decía que debía tener cuidado con lo que decía, el tono y de frente a quien lo decía debido a que nunca se sabe que va a pasar. De hecho, una de sus preocupaciones era nuestra re-adaptación a Venezuela: de poder salir tranquilamente a caminar por la calles de Milán a estar mirando para todos lados con miedo de ser asaltado, o la dificultad para conseguir trabajo y un largo etcétera.
Y es esa readaptación la que me preocupa: ¿podremos hacerlo bien o seremos como mis amigos que aun hoy ven con el rosa de la nostalgia el tiempo que hemos estado en Europa olvidando lo malo que pasamos acá?; una vez cumplido el tiempo exigido por Fundayacucho, ¿permaneceremos en nuestro país o iremos a otras tierras en busca de mejores oportunidades?. Sobre todo porque uno piensa que el proyecto (si es que alguna vez ha habido algo remotamente similar a un proyecto) de país que presenta el actual gobierno no incluye a quienes no nos sentimos representados por él. A mí esposa y a mí nos da un poco de miedo, porque como dije, a pesar de no tener mucho, a pesar de estar técnicamente pelando bola, acá en Europa vivimos con una cierta comodidad que vemos lejana allá en Venezuela. Todo es cuestión de adaptación. Y, tristemente el ser humano se adapta a todo, incluso a condiciones de vida que cree intolerables.
El primer shock que recibieron fue a nivel del desplazamiento: cambiar el carro propio por el transporte público no fue fácil. En primer lugar porque cada vez que no se cuenta con un carro en la casa, mis padres se mueven en taxi, los cuales son increíblemente más asequibles en Venezuela que en Europa. Dígamos que mi madre aceptó a regañadientes usar trenes y metro sólo cuando le dije que una carrera podía llegar a costar entre €30 y €40.
Otro impacto estuvo en el café: no encontraron ningún sitio donde hicieran el café como les gustaba, salvo algunas excepciones en Italia donde se quejaron de lo fuerte del mismo. Porque la variedad de nuestros cafés (con leche, marrón claro u oscuro, grande o chiquito, etc.) no son del todo compatibles con la variedad italiana (macchiato, capuccino, café, etc.), francesa o inglesa (¡puaj!).
Y ya que hablo de café, fue difícil explcarles que en Italia, como en casi toda Europa (digo casi porque no sé si en otros sitios es así), las panaderías sólo venden pan. Quien haya ido a una panadería venezolana sabrá que estas no están muy lejos de ser minimercados.
Ni hablar de los precios de todo, especialmente en Londres, lo que hizo que mis padres se lamentasen de lo devaluado que está el bolívar y como su papel moneda tenía más valor como papel higiénico. Aunque la sorpresa mayo fue descubrir que los precios de la ropa eran similares o más baratos que en Caracas, lo cual hizo que de sus bocas salieran mentadas de madre al actual gobierno y a los anteriores, así como a los comerciantes venezolanos: los primeros por incompetentes y los segundos por especuladores.
Fue interesante oir sus opiniones, sobretodo lo referente a la política venezolana y su visión del futuro: la salida de Venezuela está en Maiquetía. Mis padres hablaban con temor del gobierno Chávez, de como cada día los impuestos y las leyes ahorcan a la gente y que los únicos que parecen que están mejorando su calidad de vida son los militares y los fanáticos chavistas (en la zona de Alto Prado donde viven, la mayor parte de los nuevos vecinos son militares o gente que trabaja de una forma u otra con el gobierno). Incluso mi madre decía que debía tener cuidado con lo que decía, el tono y de frente a quien lo decía debido a que nunca se sabe que va a pasar. De hecho, una de sus preocupaciones era nuestra re-adaptación a Venezuela: de poder salir tranquilamente a caminar por la calles de Milán a estar mirando para todos lados con miedo de ser asaltado, o la dificultad para conseguir trabajo y un largo etcétera.
Y es esa readaptación la que me preocupa: ¿podremos hacerlo bien o seremos como mis amigos que aun hoy ven con el rosa de la nostalgia el tiempo que hemos estado en Europa olvidando lo malo que pasamos acá?; una vez cumplido el tiempo exigido por Fundayacucho, ¿permaneceremos en nuestro país o iremos a otras tierras en busca de mejores oportunidades?. Sobre todo porque uno piensa que el proyecto (si es que alguna vez ha habido algo remotamente similar a un proyecto) de país que presenta el actual gobierno no incluye a quienes no nos sentimos representados por él. A mí esposa y a mí nos da un poco de miedo, porque como dije, a pesar de no tener mucho, a pesar de estar técnicamente pelando bola, acá en Europa vivimos con una cierta comodidad que vemos lejana allá en Venezuela. Todo es cuestión de adaptación. Y, tristemente el ser humano se adapta a todo, incluso a condiciones de vida que cree intolerables.
adaptación, Venezuela, vacaciones
qué duro lo que cuentas; yo regerso a Venezuela cada cierto tiempo desde hace varios años, y la cosa va a peor: más fanatismo, más hartazgo, más miseria, más camino hacia el totalitarismo de eres revolucionario o te jodes.
ResponderBorrartú verás.
Antes de venirme de intercambio, tuvimos que pasar por un proceso de preparacion que incluye tambien la parte psicologica de lo que esta por venir (recepcion, integracion, re-integracion); yo desde antes de montarme en el avion veia que lo mas dificil siempre seria regresar (si y solo si la experiencia fuera de Venezuela hubiese sido positiva para mi) y hoy, aun hoy despues de casi 6 anos te digo que estoy seguro que para mi lo mas dificil seria regresar ahora a convertirme en un desempleado y volver a habitar mi cuarto en la casa de mis padres, pidiendole 10mil bolos a mi papa para poder ir al cine :/ nada que ver, no es facil estar lejos pero es mucho mas dificil estar cerca en el momento menos indicado (por eso yo se que regresare a Venezuela pero seguro que no es esta semana)
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