Con este oxímoron The Economist1 titula un breve artículo sobre una serie de reformas de corte liberla llevadas a cabo en Italia por el gobierno de Romano Prodi. ¿Cuáles son estas reformas?, en general se refieren a una liberación de las profesiones, en particular taxistas, panaderos, farmacistas, notarios y abogados.
Dichas reformas han provocado una serie de manifestaciones contrarias a éstas: taxistas en huelga y que cierran las calles, ocasionando colas descomunales; farmacias cerradas, con excepción de aquellas de turno; paro de abogados por diez (10) días; repartición gratuita de pan en Roma por parte de algunos panaderos; cierre temporal de notarías, y ¡apenas estamos comenzando!.
Ahora bien, ¿en qué consisten estas medidas liberales que han traído este pequeño caos?, en pocas palabras, éstas tratan de incrementar la oferta para el consumidor y que sea el mercado quien regule los precios, o mejor dicho, que sea la relación directa entre oferente y cliente quienes lleguen a un acuerdo sobre el precio del servicio (¡malditos comunistas!).
Los primeros que salieron a manifestar en contra dichas medidas fueron los taxistas debido a que éstas permitían a los ayuntamientos otorgar un mayor número de licencias, incrementando la oferta y flexibilizando los horarios de trabajo. Con las normas actuales, para obtener una licencia, los taxistas deben pagar alrededor de €200.000,00 y lidiar con la rspectiva burocracia, además sólo pueden trabajar sólo a unas determinadas horas y para una determinada ruta. Lo cual se ha traducido en un bajo número de taxis, altos precios y una gran dificultad para encontrar alguno libre. Los taxistas dicen que con las medidas les están quitando el pan de la boca, porque esto beneficiará a los grandes capitales que pueden pagar las licencias, como si eso no sucediera ahora.
Otra arista interesante del problema de los taxistas es el caso de los carros de alquiler con chófer, que no son más que taxis con quienes el cliente cuadra el valor de la carrera, y que no siguen las mismas reglas de los taxistas, en el sentido que ellos no tienen ni tarifa fija, ni tienen limitaciones en cuanto al número (las licencicas son igual de caras). Éstos no sólo están a favor de las medidas sino que sostienen que una apertura del mercado beneficiará a todos. Por supuesto, los taxistas los han atacado porque no desean perder sus privilegios.
Los otros que están actualmente en paro son los farmaceutas, o mejor dicho, los dueños de farmacias. La medida que los afecta consiste en autorizar a supermercados y abastos a vender productos farmaceúticos que no requieran receta, tal como aspirinas, jarabes para la tos, condones y similares. Dicha protesta, en mi opinión, es una de las más absurdas porque la reforma también prevede que los supermercados que deseen vender remedios deben tener empleado a un farmaceuta, lo cual se traduce en un incremento del mercado laboral. Quienes apoyan esta medida, como la COOP2, sostienen que ésta permetirá la venta de estos productos a precios más accesibles para los consumidores. Los farmaceutas sostienen que ellos serán los principales perjudicados y que sólo las grandes corporaciones farmaceúticas se beneficiarán de la medida. OK, por experiencia, eso es paja. Si quitamos el drama con el que están protestando, yo vi en Inglaterra que existía un sistema similar al que proponen los reformistas italianos: en el supermercado conseguías aspirinas, remedios para la gripe, jarabes contra la tos, condones, etc., pero si querías comprar medicamentos que necesitaban porque sí un récipe médico, como pastillas anticonceptivas, remedios para la presión arterial y similares, a menos que tuvieran una farmacia dentro del supermercado (y los más grandes tenían una), uno debía ir a la farmacia a comprarlas. De hecho, donde yo viví coexistían un supermercado con esas características (con farmacia incluida) y una farmacia a menos de una (1) cuadra. ¡Oh terrible mercado!. Lo peor es que en las farmacias no venden solamente remedios, también se consiguen juguetes, cepillos dentales, productos de belleza, tés y otros productos típicos de los supermercados. ¡Qué toque los privilegios, pero no los míos!.
Otro caso que es aun más patético es el de los panaderos: según la ley italiana sólo puede haber un determinado número de panaderías por habitantes, y su producción debe ser acorde a ésta cantidad. Los panaderos sostienen que el permitir abrir más panaderías y tener la libertad de producir más pan es algo que ¡atenta directamente contra la calidad!. Es decir, si hay muchas panaderías en un sitio, y hay una que hace mejor el pan que las demás, no puede vender más si no que debe vender su cuota, y que la gente vaya a las otras tiendas a comprar pan de calidad inferior. Señores, es todo lo contrario: la gente comprará donde hagan el mejor pan, en donde la calidad mejore, no donde disminuya.
Notarios y abogados, quienes se oponen a la eliminación de las tablas con los montos mínimos que pueden cobrar. En otras palabras, está mal que yo como cliente decida con mi abogado o notario, cual es el monto que debo cancelar por sus servicios porque los que lo hagan mal podrían quedarse sin cobrar. Ex-ce-len-te.
Lo mejor del asunto es que algunos de los ministros del gobierno anterior (que supuestamente era de corte liberal) han sostenido que ellos no tuvieron el valor para imponer dichas medidas, que no se atrevían a tocar los privilegios de todos esos grupos. Liberales que no abren mercados y marxistas que lo hacen.
Es cierto que ésta es una apertura limitada, debido a que ciertas cosas como el transporte ferroviario o el manejo de la energía siguen siendo un monopolio del estado, son pasos pequeños, pero al menos alguien está haciendo eso y, paradójicamente, ese alguien es socialista.
Dichas reformas han provocado una serie de manifestaciones contrarias a éstas: taxistas en huelga y que cierran las calles, ocasionando colas descomunales; farmacias cerradas, con excepción de aquellas de turno; paro de abogados por diez (10) días; repartición gratuita de pan en Roma por parte de algunos panaderos; cierre temporal de notarías, y ¡apenas estamos comenzando!.
Ahora bien, ¿en qué consisten estas medidas liberales que han traído este pequeño caos?, en pocas palabras, éstas tratan de incrementar la oferta para el consumidor y que sea el mercado quien regule los precios, o mejor dicho, que sea la relación directa entre oferente y cliente quienes lleguen a un acuerdo sobre el precio del servicio (¡malditos comunistas!).
Los primeros que salieron a manifestar en contra dichas medidas fueron los taxistas debido a que éstas permitían a los ayuntamientos otorgar un mayor número de licencias, incrementando la oferta y flexibilizando los horarios de trabajo. Con las normas actuales, para obtener una licencia, los taxistas deben pagar alrededor de €200.000,00 y lidiar con la rspectiva burocracia, además sólo pueden trabajar sólo a unas determinadas horas y para una determinada ruta. Lo cual se ha traducido en un bajo número de taxis, altos precios y una gran dificultad para encontrar alguno libre. Los taxistas dicen que con las medidas les están quitando el pan de la boca, porque esto beneficiará a los grandes capitales que pueden pagar las licencias, como si eso no sucediera ahora.
Otra arista interesante del problema de los taxistas es el caso de los carros de alquiler con chófer, que no son más que taxis con quienes el cliente cuadra el valor de la carrera, y que no siguen las mismas reglas de los taxistas, en el sentido que ellos no tienen ni tarifa fija, ni tienen limitaciones en cuanto al número (las licencicas son igual de caras). Éstos no sólo están a favor de las medidas sino que sostienen que una apertura del mercado beneficiará a todos. Por supuesto, los taxistas los han atacado porque no desean perder sus privilegios.
Los otros que están actualmente en paro son los farmaceutas, o mejor dicho, los dueños de farmacias. La medida que los afecta consiste en autorizar a supermercados y abastos a vender productos farmaceúticos que no requieran receta, tal como aspirinas, jarabes para la tos, condones y similares. Dicha protesta, en mi opinión, es una de las más absurdas porque la reforma también prevede que los supermercados que deseen vender remedios deben tener empleado a un farmaceuta, lo cual se traduce en un incremento del mercado laboral. Quienes apoyan esta medida, como la COOP2, sostienen que ésta permetirá la venta de estos productos a precios más accesibles para los consumidores. Los farmaceutas sostienen que ellos serán los principales perjudicados y que sólo las grandes corporaciones farmaceúticas se beneficiarán de la medida. OK, por experiencia, eso es paja. Si quitamos el drama con el que están protestando, yo vi en Inglaterra que existía un sistema similar al que proponen los reformistas italianos: en el supermercado conseguías aspirinas, remedios para la gripe, jarabes contra la tos, condones, etc., pero si querías comprar medicamentos que necesitaban porque sí un récipe médico, como pastillas anticonceptivas, remedios para la presión arterial y similares, a menos que tuvieran una farmacia dentro del supermercado (y los más grandes tenían una), uno debía ir a la farmacia a comprarlas. De hecho, donde yo viví coexistían un supermercado con esas características (con farmacia incluida) y una farmacia a menos de una (1) cuadra. ¡Oh terrible mercado!. Lo peor es que en las farmacias no venden solamente remedios, también se consiguen juguetes, cepillos dentales, productos de belleza, tés y otros productos típicos de los supermercados. ¡Qué toque los privilegios, pero no los míos!.
Otro caso que es aun más patético es el de los panaderos: según la ley italiana sólo puede haber un determinado número de panaderías por habitantes, y su producción debe ser acorde a ésta cantidad. Los panaderos sostienen que el permitir abrir más panaderías y tener la libertad de producir más pan es algo que ¡atenta directamente contra la calidad!. Es decir, si hay muchas panaderías en un sitio, y hay una que hace mejor el pan que las demás, no puede vender más si no que debe vender su cuota, y que la gente vaya a las otras tiendas a comprar pan de calidad inferior. Señores, es todo lo contrario: la gente comprará donde hagan el mejor pan, en donde la calidad mejore, no donde disminuya.
Notarios y abogados, quienes se oponen a la eliminación de las tablas con los montos mínimos que pueden cobrar. En otras palabras, está mal que yo como cliente decida con mi abogado o notario, cual es el monto que debo cancelar por sus servicios porque los que lo hagan mal podrían quedarse sin cobrar. Ex-ce-len-te.
Lo mejor del asunto es que algunos de los ministros del gobierno anterior (que supuestamente era de corte liberal) han sostenido que ellos no tuvieron el valor para imponer dichas medidas, que no se atrevían a tocar los privilegios de todos esos grupos. Liberales que no abren mercados y marxistas que lo hacen.
Es cierto que ésta es una apertura limitada, debido a que ciertas cosas como el transporte ferroviario o el manejo de la energía siguen siendo un monopolio del estado, son pasos pequeños, pero al menos alguien está haciendo eso y, paradójicamente, ese alguien es socialista.
1Sí, algunos leemos publicaciones capitalistas por el libre mercado y en el idioma del imperio.
2La COOP, con sus 152 años de vida, es la cooperativa de consumo más grande y antigua de Italia. Con abastos, supermercados e hipermercados posse una de las más grandes redes de venta de alimentos de toda Italia. El ser una cooperativa le permite vender a precios muy baratos, incluso por debajo del costo. De más está decir que mi esposa y yo compramos ahí. ¡Ah, por cierto!, a pesar de ser una cooperativa de consumo hay varias empresas que tienen sus manos en ellas y quienes son los verdaderos socios cooperativistas, por si acaso algún izquierdista trasnochado lee estas líneas.
Italia, Reformas, Prodi, Libre Mercado, Socialismo