Bueno, he tenido el blog un pelo abandonado ya que he estado en una viajadera constante entre ambas ciudades: yo soy caraqueño y mi costilla, como dice KBULLA, es maracayera. Por tanto, cada vez que me he metido en la red ha sido para leer mis blogs favoritos (que ya son un montón), mi correo electrónico (para ver si pueden vivir sin mí en el trabajo), y chequear como va la inscripción en el Politécnico. Es decir, tengo como un par de semanas sin escribir ya que el post anterior a este ya estaba listo, sólo de aliñarlo un pelo y meterlo en el horno (a veces tengo uno o dos posts listos para esos momentos en los que no se quiere escribir nada). Así que me meto a escribir un pelo sobre estas experiencias en la Sultana del Ávila y en la Ciudad Jardín de Venezuela (cuna de la aviación venezolana y capital taurina de América).
Mi primer momento de tirar mi cable a tierra fue cuando fui a una panadería a comprar un café (marrón, grande, oscurito) y me pidieron 1400 bolos. Mi respuesta mental fue: ¿¿¡¡QUÉ!!??, ¿¿¡¡CUÁNTO!!??. Con cara de sorpresa pagué, y me dije "coño, si el año pasado por estas fechas yo pagaba sólo 600 bolos u 800 si el sitio era caro". Luego seguí viendo los precios de estacionamientos, cines, y para ud. de contar. Si este es un año de reducción y control de la inflación, no quiero ver cuando se desboque. Y no he hablado de precios de autobuses, carritos y similares , aunque estén en la misma onda (Pasaje Caracas-Maracay Bs. 5500, recién aumentados).
Después del shock de los precios y ver que mis euros al cambio del mercado negro me duraban menos que en Italia, mi esposa y yo tuvimos que empezar a hacer economías, no vaya ser que se nos acabe el dinero antes de tiempo. Los únicos lujos que nos hemos dado es ir al dentista, un almuerzo en Chili´s, dos discos("En este pais" de Aditus y el concierto de los 18 años de Desorden Público) y ya; la plata se nos ha ido en tonterías como ir al cine, estacionamiento, helados y demás pendejadas... Lo cual hace que te sientas demasiado pelabola.
Luego del shock de los precios, viene ver a Chávez en todas partes, en cualquier cantidad de vallas y propagandas en edificios y oficinas públicas, junto con los afiches de Danilo Anderson (¡la lucha continúa, camarada!).
Otra impresión intersante es que los únicos precios que se han mantenido en este año que estuve en el extranjero, fueron los de la gasolina y los de los peajes. Sinceramente, yo no sé como hará una persona con sueldo mínimo para medio comer en estas condiciones, porque de paso, lo único medio asequible es lo que está controlado...
Y eso no es lo peor, de paso creo que soy pavoso, porque llego y empieza a llover; y llueve, y llueve, sin parar, y yo con ganas de ir a la playa a quemarme y regresa a Italia quemadito para que la gente se muera de envidia (sí, soy frívolo, ¿y?), pero resulta que oriente está incomunicado, occidente está fregado, y por Ocumare de la Costa y Choroní rescatabana los temporadistas en las fragatas. Y de paso que a mi lo que me encanta es Cata, bueno, está tapiada con unas piedrotas que están quitando con dinamita. ¡QUÉ ARRECHERA!.
Bueno, estas son mis primeras reflexiones del regreso. Después sigo...
K-2, limpio y queriéndose ir a morir a Choroní.