jueves, septiembre 28, 2006

Regresando... una vez más.

"La famiglia è come gli stivali: più sono stretti più fanno male"
Proverbio italiano.

Después de tener abandonado el blog por unas semanas, vuelvo otra vez. ¿La razon de esta pausa?, pues he estado ¡de viaje! una vez más. Esta vez con mis viejos, quienes vienieron desde el otro lado del charco a visitar a su retoño y a conocer a la vieja y racista xenófoba abierta Europa. Viajamos por París, Londres, Venecia, Roma y Florencia en sólo 15 días, ergo, estamos muertos. Pero debido a mis deberes, y los de mi esposa, como estudiantes de doctorado tuvimos que dejar de acompañarlos esta semana (además nuestros fondos tampoco lo permitían), y ellos partieron a España a visitar Barcelona y Madrid, para luego volver este viernes para despedirse de su bebé, y salir el 2 de octubre. Este ha sido un viaje increíble que me ha permitido descubrir plenamente el significado del dicho "él que se casa, casa quiere". Quiero a mis padres, pero no puedo pasar mucho tiempo con ellos, porque empiezo a perder la paciencia y porque detesto sus "críticas constructivas". En fin...

De las cosas que observé y noté gracias a ellos están:
  • El Metro de París. Posee una cantidad gigantesca de niveles y subníveles y casi ninguna escalera mecánica lo cual hace difícil el viaje para aquellas personas con problemas motores (mi madre no puede subir muchas escaleras). Una verdadera ladilla.


  • Louvre. Para mí ir a París es ver el Louvre, sin él, la visita es incompleta, aburrida e insufrible.


  • Notre Dame. ¿Y qué le ven a ese piaso de iglesia?, ni es monumental, ni está bien decorada y los vitrales no son una gran cosa. Victor Hugo, ¡qué buen publicista eres!.


  • Eurostar. Nada de especial, creo que por eso es tan arrecho técnicamente hablando. Parece un tren común y corriente, y no notas cuando entras y sales del Canal de La Mancha.


  • Londres. No vuelvo a llevar más nadie a Londres: no es culpa mía que la ciudad sea cara, superpoblada y gris. Con mi madre y mi cuñada (ella vino en enero) ya son dos que me dicen que Londres no les gusta. ¡PUES A MÍ SÍ ME GUSTA!, ¡NO TENGO LA CULPA QUE LA GENTE LO QUE QUIERA ES VER TIENDAS!.


  • Hotel Carbigoe (o Park) en 101 Belgrave Rd. Londres. El peor hotel en que he estado en toda mi vida. La palabra basura le queda grande. La atención es una porquería. Si quieren pagar para sentirse degradados, ¡vayan a ese hotel!.


  • Venezia. Excelente.


  • Murano. Todo bellísimo, todo carísimo.Cry 2


  • Florencia. Para aquellos que no lo sepan, aparte de ser la cuna del Renacimiento, en Florencia se hacen artículos de cuero de alta calidad y no siempre baratos. Si quieres ir de compras y nada te gusta, no te quejes de que la ciudad es cara y que no tiene nada que ver porque no pudiste entrar a ningún museo.


  • Roma. Más de dos mil años recibiendo turistas, ¿algo más qué decir?Winking 5.


  • Coliseo. Una ida a Roma sin ver el Coliseo, es una visita incompleta. Primera vez que voy a Roma y no lo veo.


  • Vaticano. Basílica de San Pedro, Capilla Sixtina, Estancias de Rafael, ¿algo más que decir?.





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viernes, septiembre 08, 2006

Vacaciones en Eslovenia III (¡y fin!)

Para terminar mis aventuras en Eslovenia, sólo me queda la última parte: el retorno. Después de haber sido impactados con el nudismo, haraganeado en el hotel, y disfrutado de Ljubjana, nos quedaba retornar a casita. Lo que no sabíamos era que dicho retorno iba a ser la parte más traumática del viaje.

Ese día nos levantamos a las 6:00 AM porque nuestro tren salía a las 8:00 AM, y teníamos que pagar nuestra estadía. Afortunadamente, la recepción del hotel abría a las 7:00 AM. Puntuales, llegamos a las 7:00 y notificamos que nos íbamos y que queríamos pagar, cosa que ya habíamos querido hacer el día anterior pero la caja estaba cerrada. Una vez en el sitio, ¡la tarjeta de crédito no pasa!. La recepcionista repitió la aoperación con idénticos resultados: nada. Después nos pregunta: "¿tendrán otra tarjeta?". Nosotros dijimos que no, que esa era la única, pero que de todas maneraas probaríamos con el cajero de la esquina. Ya habíamos probado la tarjeta en el cajero y había funcionado perfectamente, tristemente, se cumplió la Ley de Murphy ("si algo puede salir mal, saldrá mal"): la tarjeta no pasó. Probamos con la tarjeta de débito, la cual si pasó pero sólo nos permitía pagar la mitad del precio del hotel. Nerviosos, apesadumbrados y todo eso, vamos a desayunar. Obviamente, no disfrutamos del desayuno...

Cuando regresamos a la recepción, la recepcionista nos dice que se comunicó con el banco y parece que era un problema por parte de ellos, y que ya fue solucionado. Pasamos la tarjeta, y... ¡MILAGRO!, ésta pasó y pudimos pagar lo que nos faltaba. Ni cortos ni perezosos regresamos a nuestra habitación, cogimos nuestros peroles y nos encaminamos a la estación de trenes. Con velocidad y maestría, nos acercamos a la taquilla, compramos los tickets y nos vamos a esperar la llegada del tren, confiados en que iba a llegar a tiempo, debido a que los otros trenes que habíamos tomado se habían caracterizado por ser extrapuntuales. Suficiente para confiar, ¿verdad?. ¡Error!, "si algo puede salir mal, saldrá mal": el tren vino con una hora y media de retraso. Afortunadamente, mi esposa estableción conversación con una señora y su nieta que por esas casualidades del destino hablaban ¡ITALIANO!: la señora era de la región fronteriza con Italia y la niña lo estaba estudiando en la escuela, lo cual nos permitió hablar con el controlador para ver que podíamos hacer. Tuvimos la hiper-suerte: el controlador habló con la gente en Ljubjana para que el tren que debíamos tomar para Italia fuese parado hasta que nosotros llegáramos. Yo, desconfiado, no me lo creía. Pero sí, con sólo 30 minutos de retardo llegamos a la estación de Ljubjana, cambiamos de tren y arrancamos a Venecia. Todo salió a pedir de boca.

Para finalizar, al momento de cruzar la frontera italiana, los policías eslovenos volvieron a mirarnos con extrañeza, lo que nos obligó a mostrarles, antes de que dijeran cualquier cosa, nuestros permisos de residencia ("permesso di soggiorno"), lo cual hizo que nos ignoraran, y siguieran con las otras personas. Como cosa curiosa unas españolas que estaban al lado de nosotros les pidieron que les sellaran sus pasaportes para así demostrar que habían estado ahí. Del lado italiano, misma táctica, aunque revisaron mejor el papel.

Y después de un susto y haber pasado unas 12 horas viajando, llegamos a Milán. ¡Hogar, dulce hogar!.

PD: Incluyo este pequeño video que tomé debajo del castillo de Ljubjana, justo en las bases. Muy interesante como convirtieron una gruta en una pequeña obra de arte.




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