Viajar de Caracas a Maracay, para mí es algo rutinario que he venido haciendo desde 1997, año en que me hice novio de mi amada esposita. Al principio, el viaje me parecía larguíííísimo, pero con el paso del tiempo se mi hizo más corto, tan así que tirarme hasta allá me parece como ir ahí mismito, a un pasito de Caracas, a pesar de siempre llegar mamado a un lado o al otro.
En este tiempo recorriendo la Autopista Regional del Centro, he visto muchas cosas: el aumento de los peajes, los cuales se quedaron fijos en los precios actuales desde hace mucho tiempo; la creación de Victoria 103.9 FM, "la radio vial informativa, transmitiendo desde La Victoria, estado Aragua", la cual se debe tener siempre sintonizada para saber como está la vaina en la autopista; y la creación y formación de los diversos paradores que están en la ruta. Por supuesto, hay cosas que no han cambiado en todo este tiempo: la vialidad en Miranda siempre está peor que en Aragua, muchísimo peor; sigue siendo peligroso estar por ahí de noche porque la autopista no está bien iluminada, excepto donde hay peajes, y la gente en el canal contrario pone las luces con intensidad quemaretina, aunque no sea así, es la impresión que me dan; el hermoso paisaje a los lados de la autopista, que se pone más bello cuando los araguaneyes y los apamates están en flor porque adornan de morado y amarillos todo el camino; y por último, l@s vendedor@s de mangos y aguacates cuando vas llegando a Maracay.
Lo que me ha molestado siempre de esta ruta es el viaje de retorno a Caracas, y yo tengo una teoría para ello: cuando voy a Maracay, independientemente de la hora, estoy despierto, alegre, con ansias; pero cuando retorno, siempre estoy somnoliento, ladillado y cansado. A veces regresaba con mi amada, porque el lunes había clases, y no sentía eso, así que deduje que las ansias de verla a ella y el tenerla a mi lado funcionaban mejor que cualquier tasa de café que me tomara en el camino, y aun hoy es así, cada vez que viajo por ahí si no voy a verla o no viajo con ella, me da una ladilla bárbara, que siempre debo tomar café en el camino para no dormirme.
Viajando tanto de allá para acá, y visitando a nuestr@s amig@s en esa zona, he descubierto una cosa muy interesante en los maracayeros, y es su capacidad para sentir leves variaciones de la temperatura, de apenas unas décimas de grado, a partir de lo cual son capaces de establecer cuales son los lugares más frescos de la ciudad. Para dar un eejmplo, la familia de mi esposa vive en un edificio en la Av Ayacucho, mientras que su mejor amiga vive en una zona llamada "La Punta", cerca del peaje de Palo Negro, en ambos lugares me dijeron esto: donde vive ella hace más calor que aquí. Como caraqueño, y en especial uno que vive por Alto Prado, no pude establecer ninguna diferencia: en ambos sitios estaba sudando a chorros, bebiendo agua como un camello y con un calor insoportable, y ambas me aseguraban que su zona era más fresca (poner cara de escepticismo). Por supuesto, ambas coinciden en que El Limón y Las Delicias son mucho más frescas, a pesar de que la capa de sudor que cubre mi cuerpo diga exactamente lo contrario. Y siguiendo en la onda del calor, hay que admitir que al menos los dos grandes centros comerciales de Maracay (o al menos los más nuevos) Las Américas y el Hyperjumbo, tienen su aire, aunque en el caso del segundo, uno se siente más en un frigorífero que en un centro comercial, y en el primero, lo mejor es no irse muy lejos de la feria, porque te asas. Claro, la oferta de helados, raspados y bebidas refrescantes es demasiado amplia, lo cual es excelente.
Y ya que nos metimos en una onda vida maracayera, si alguna vez van de visita por allá, vayan a comer a La Mina o a La Mina II, el mejor pollo en brasas de la región. Ambos restaurantes están ubicados en la Av Bolívar, después del cruce hacia El Limón, sentido oeste-este. O vayan a las Terrazas del Broster en Las Delicias, al lado del centro comercial Las Américas. Y si es de ir al cine, los Cines Unidos de Maracay le dan medio palo a los de Caracas: todos son tipo grada, en los que nadie te tapa.
Y para finalizar, lo mejor que hay en Maracay: sus mujeres. ¿Qué no?, ¿a alguien les suenan los nombres Pilín Leon, Alicia Machado o Daniela Kosán?, ambas maracayeras. Y modestia aparte, mi esposa y mi cuñada están bien ricaldas y nada federicas, así que galanes, vayan para allá, que jevas buenas hay.
K-2, viendo que se acerca el 22, día de retorno a Italia.